Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

No deja de impresionar la perspectiva visual que nos ofrece la aparición de la primavera cuando observamos aquellos campos de tierra que van cambiando su color por una manta de tonos verdes que avisan de la posible aparición de un desarrollo mayor posterior de plantas que darán su espectacular gama de flores de múltiples colores.

A los observadores de la naturaleza, sin menospreciar las distintas tonalidades de colores y de formas que se muestran cuando la plantas están ya crecidas, no es menor belleza que contemplar las praderas que forman el nacimiento de los plantes con sus rebrotes o con la aparición de los primitivos cotiledones para las plantas de semilla.

Esta impresión demuestra año tras año la capacidad de cada terreno para intentar prevalecer y desarrollar su sistema de vida vegetal a la que también tienen derecho igual que los humanos y los animales a reproducirse y demostrar su capacidad pero, indudablemente, la mayor intensidad de belleza se encuentra en las plantas espontáneas, atreviéndonos a asegurar que más que las cultivadas, porque estas últimas van obligadas a crecer y reproducirse, mientras que las espontáneas tienen la obligación de demostrar su importancia, su valía y su poder de mantenimiento en unas zonas de crecimiento generalmente hostiles.

En la naturaleza estas diferencias son significativas y las plantas espontáneas y silvestres conservan su propia belleza, mientras las cultivadas, ya proceden de un origen menos natural, aunque no menos atractivo, pero condicionado. Es, por tanto, para los amantes de la naturaleza, provechar la primavera en la  época de la proliferación, más o menos intensa, de las plantas autóctonas en los campos, para deleitarse con una contemplación que pocas personas son capaces de valorar y disfrutar.

Silene vulgaris

Silene dioica

Silene colorata

Senecio vulgaris

Senecio gallicus

Sedum sediforme

.