Hemos dejado de forma intencionada un hueco especial para este artículo a dos de las plantaciones de árboles que más repercusión están tendiendo en los últimos años en nuestros campos y que, como todos pueden suponer, corresponden al paisaje que está modificando la perspectiva del campo manchego con la inclusión de los frutos secos de los árboles del almendro y del pistacho.
La gran evolución en las superficies plantadas de ambas especies hace que, caminando por los campos, la perspectiva haya cambiado por la presencia de plantaciones que generalmente son de una superficie importante.
El cambio en la imagen que en los últimos años está siendo observada por los visitantes, paseantes y de los propios agricultores se ha visto modificada y nosotros opinamos que mejorada en comparación con la anterior visión que teníamos de nuestros campos, por haberse producido una innovación importante en ese periodo, pasando de una época donde los cultivos herbáceos fueron prevaleciendo por la entrada en la Comunidad Europea, y donde los resultados no fueron los apetecidos que en un principio se esperaba, a unos cultivos más adecuados y acoplados a las características y posibilidades de medios existentes, pues, como por todos es sabido, la problemática de la utilización del agua de riego se ha visto limitada, recordando que hemos pasado de los riegos por aspersión en líneas o los riegos con pívot, a la necesidad de aplicar sistemas de riego más controlables y obligados y a que se asentaran cultivos donde sus necesidades de agua fueran menores y que se ha conseguido mediante procesos de limitación de caudales y la utilización de los riegos por goteo, que han marcado una nueva panorámica general por la existencia de mayor número de arbolado y la desaparición de los medios empleados en el riego.
Nuestros paisajes manchegos han evolucionado y en estos momentos parecen estabilizados y esperemos que sigan siendo los que mejor se acoplen a nuestra estructura climática y necesidades agrícolas.
