No nos cansaremos de referir el espectáculo que nos proporciona el caminar por nuestros territorios, por nuestros campos y nuestras zonas de todo tipo que podemos disfrutar en La Mancha, con sus evidentes referencias y también diferencias, que las tienen.
Es evidente que la ubicación geográfica influye en el tipo de terrenos, no solamente en cuanto a su composición estructural, que, al ser una superficie tan amplia, permite disponer de distintos climas, distintas orientaciones y distintas situaciones geofísicas que marcan estas diferencias.
Teniendo en cuenta que la superficie de nuestra Región supone 79.463 km/2 o lo que es lo mismo 7.946.300 hectáreas, es de suponer que existan distintas zonas, que se han venido clasificando en tres apartados según sus características geográficas.
La zona que delimitamos como Llanura que comprende cuatro zonas propias de esta calificación, como la propia zona de La Mancha.
Una segunda zona de mayor altitud denominada como Sierra, con siete zonas diferenciadas como Sierra de Alcaraz, Sierra Morena y los Montes de Toledo.
Otra tercera zona intermedia ocupada por la Manchuela, Campos de Calatrava y Campos de Montiel.
Por lo expuesto, es comprensible que existe una enorme diversidad donde se encuentran zonas de sierra de gran altitud y zonas llanas de menor diferencia, distribuidas en cada una de las provincias que forman la Comunidad Autónoma, donde la topografía marca claramente la diversidad de los distintos paisajes y, como consecuencia, distinto tipo de conformaciones topográficas, desde los más montañosos a los más llanos y donde la existencia de distintas fuentes de agua derivadas de los principales ríos, también marcan diferencias fundamentales: Guadiana, Guadalquivir, Tajo, Júcar, Segura, Ebro y Turia.
Estas diferencias geomorfológicas y geológicas marcan el paisaje natural de nuestra Comunidad.
