El zoólogo y paleontólogo Cabrera, encuadraba la Península Ibérica como un territorio zoológico Paleártico, en una subregión mediterránea…: “Correspondiendo el distrito Central, al centro de la Península, hasta el río Guadiana…”.
El yacimiento paleontológico de “Los Villares”, estaría “señalando” eco-ambientes y “armazones” sedimentarios fosilizados muy alejados en el tiempo…; con formas de vida, con un sinfín de misterios de vida y de muerte; de un extraordinario valor para todos los campos del saber… Microfauna, fauna “mayor”; incluida la “fauna humana”,—no es peyorativo—flora, vegetación…, que se fueron sedimentando y petrificando en periodos de climas fríos, medianamente fríos, húmedos, cálidos y otros estadios de variaciones climáticas, en un ecosistema “oculto”, del cual sabemos poco. Por tanto es primordial respaldar—“para ver qué sale”, nos dice un convecino—, al abnegado equipo de científicos, compuesto por antropólogos, paleobiólogos, expertos en Humanidades y Ciencias Sociales, arqueólogos etcétera. Con Daniel García Martínez, de la Universidad de Antropología Física, a la cabeza…
El ecosistema de la Cuenca del Alto Guadiana, desde inmemoriales fases ambientales, ha sido un entorno, como cualquier otro, expuesto a los eventos y circunstancias climáticas del planeta Tierra… Exuberante unas veces, convertido en un “brazo de mar”, (“Llovió tan fuerte que todos los cerdos se lavaron y todos los hombres se emporcaron”—G. C. Lichtenberg) “agonizando” otras, ha sido cuna de vida-muerte y mansión de innumerables pueblos; incluidas castas y catervas del actual Antropoceno; grandes “fabricantes” del otro ozono de la troposfera. En el contemporáneo Antropoceno, es cuando más se incrementan y mutan los genes agresivos, envidiosos y tontos…
Establecida una cronología relativa, asociamiento-paralelismo, de cantos rodados tallados por una sola cara: “Chopper” y con dos o más conos de percusión: “Choping tools”, en la parte distal que, nada envidian a los de Olduvai (p. ej.), hallados, casualmente, hace más de medio siglo—están expuestos en la exposición arqueológica de Ruidera—en “Cerro Conejo” y “Cabeza del Canto” y en las cercanías de Ossa de Montiel, cerca del río “Alarconcillo”, nos atrevemos a sugerir que en este sorprendente ecosistema, hubo actividad—el yacimiento de “Los Villares” así lo avalaría— de Homo antecesor, Homo heidelbergensis, Homo sapiens, Homo neanderthalensis y otros…; probablemente desde la glaciación Riss e interglacial Mindel-Riss, (Achelense inferior y pleno: 450.000 B. C.) pasando por la glaciación Würm I y II, Interpleniglacial, Peniglacial y periodo de máximo frío, que coincidiría con el Paleolítico Medio, periodo Musteriense…
El día ocho de octubre de 1962, un grupo de obreros, al poco de despuntar el día, a base de pico, pala, azadón y rastrilla, excavaban los “carreterines” de la que sería “La Urbanización de los Villares”… En un tramo de uno de los caminos, a “media ladera” del cerro, al explosionar un barreno, uno de los trabajadores de la foto (fotografía propiedad del autor de esta reseña), exclamó: “¡Aquí salen pegotes de huesos, duros como los riscos, que cualquiera sabe de qué y de quién pueden ser…! ¡Serán de cuando los moros…, o de animales envenenaos que los enterraron entre esas grietas y covachas que se ven ahí…!—Decían otros— ¡Tirar eso por ahí, que cuanta menos gente se entere mejor…!”. Y funcionó el axioma: “en boca cerrada no entran moscas”.
La Paleontología tiene un marcado carácter histórico, al investigar la sucesión de acontecimientos relacionados con los seres vivos, buscando causas y efectos ulteriores, por lo que unifica casi todas las Ciencias de la Naturaleza…
Daniel García Martínez, de la Universidad de Antropología Física, Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid, es un componente del equipo que, de manera bastante precaria; (casi “por amor al arte” podría decirse) y por fases, está realizando las prospecciones en el Yacimiento Paleontológico de “Los Villares”. Daniel no puede ocultar el apasionamiento y empeño, por hallar y conseguir acciones para una exhaustiva indagación científica y así poder establecer conexiones en un “revoltijo” de sedimentos y mostrar técnicamente un arcano “universo” muy distinto al actual…
Nos comentaba Daniel que, entre los restos petrificados de leones de las cavernas, leopardos, cabras, linces, gatos, costillas, manos, (no válidas para la taxonomía) fragmentos de cráneos y útiles líticos, lo más sorprendente ha sido la aparición de premolares del Homo Heidelbergensis, de un individuo más corpulento que los de la Sima de los Huesos de Atapuerca… También nos explica que para la próxima temporada de excavaciones del año venidero, la Fundación Leakey, les ha concedido una pequeña ayuda económica…
El “Cerro de Los Villares”, en la actualidad no es una orografía fabulosa, plagada de quebradas, gargantas, simas, cavernas…, pero en aquellos periodos glaciales e interglaciales, si pudo existir alguna cavidad o abrigo con “pasillo” central, aprovechado como despiezadero-matadero por algunos primates, cuando apretaban el frío y el hambre… Rebañando y machacando los huesos, ateridos con un frío congelador, recostados en el parapeto y acoquinados en los rincones más hondos, esperando un funesto final; con la nieve y el hielo plateando el valle, sus voces-aullidos de desesperación resonando en los cerros de enfrente, se elevaron y perdieron entre los ventisqueros de nieve y hielo, en un himno de fenecimiento…