-Buenos días, Chumi, hace tiempo que no te veía.
-Pues sí, Cuchi, tienes razón y es que llevo un tiempo que estoy desesperada.
– Pero… ¿qué te pasa?
– Pues muy sencillo, que estábamos en nuestro escondite un grupo de cucarachas tan tranquilas y apareció de forma inesperada un bulto de algo muy alto con dos patas que soltaban polvo de un olor insoportable y…
– ¿Qué pasó? Dime.
– Lo primero es que a todo el grupo nos llamó la atención a que cómo era posible que con dos patas pudiera mantenerse erguido… ¿qué cosa más rara pensamos todas? Pero lo peor fue que el polvo que soltaba empezó a dañar a mis compañeras de nido y algunas no pudieron salir y se quedaron allí sin moverse.
– Y tú ¿qué hiciste para salir de allí?
– Pues, mira Cuchi, por ser una bacina. Tenía hambre y en el nido había mucha competencia y pensé que lo mejor era buscarme la vida por otro lado, porque no sé si conoces que el cansino de Cachucho se empeñó en que nos uniéramos y, como es tan animal-que tú ya lo conoces-, que me ha llenado el depósito con cerca de cuarenta huevos y comprenderás que mis ganas de comer eran elevadas.
– Vaya, pues casi tendrías que darle gracias a Cachuco por tal acontecimiento.
– Pues si he de decirte la verdad estaba contenta, porque me encontraba muy cansada de que nuestra amiga Chacucha quisiera controlar todo el nido por ella sola, pues llevaba una marcha de partos de cucarachitas con las que intentaba dominar y controlar todo el nido con sus hijos y las demás no estábamos dispuestas a que eso ocurriera.
– Y, entonces ¿qué hicisteis?
– Pues te lo puedes imaginar, lo mismo que ella, buscar los servicios de Cachuco y su amigos para dejar sin servicio a la Chacucha y fuimos a por ellos.
– Pero, amiga mía, si tú ya tienes diez meses de edad, ¿qué criaturas vas a traer a la vida?
– Pues igual que cualquiera ¿qué te has creído, que no soy capaz de traer nuevos cucarachines al mundo?
– Oye, una cosa, ¿pero la Chacucha se ha salvado de la polvareda?
– Pues, que yo sepa, no. Se ha quedado allí y yo no la he visto salir.
– Pues, asunto arreglado, ¿verdad?
– Que no, que no, no te equivoques, a ver qué hago yo con cucarachines que llevo en el cuerpo y por el peso deben ser un gran montón por provenir del tal Cachuco, que , según cuentan las otras amigas cucarachas, es muy dado a producir nuevos pequeños cucarachines.
– Sí, la verdad es que tiene fama de productor abusivo.
– Ya, pero ahora tengo mucho sentimiento en pensar que me convierta en una Chacucha más y no quisiera que, las compañeras de nido que se hayan salvado, me tomen por tal.
– No, mi querida, Chumi, ahora tenéis que buscar nuevo refugio para los próximos meses, ahora eso es lo importante.
– Sí, sí, llevas razón y estábamos dando vueltas para encontrar uno adecuado.
– Pues, mira, vas a tener suerte, la otra noche, dando vueltas por la zona donde discurre un chorro de líquido que proviene de una masa de cosa dura que chorrea, que se encuentra en esa zona donde existe mucho ruido por las noches, hay un hueco donde se llena de trozos y cachos y restos de comida en abundancia yo creo que os puede resultar muy aprovechable. Además, no tiene pérdida, justo enfrente del antiguo nido que todos conocíamos como “porquera negra”, que usaron nuestros abuelos.
– Te lo agradezco, Cuchi, lo visitaremos esta misma noche.
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Pasaron quince días.
– Pero, bueno, Chumi, otra vez nos vemos.
– Es verdad, Cuchi, pero esta vez tengo malas noticias que contarte.
–A ver ,a ver ¿qué te pasa?
— Pues que las crías que pretendía sacar adelante no pudieron ser, porque el paquete que llevaba en el cuerpo se secó y tuve que expulsarlos sin nada, después de muchos dolores.
— Vaya, con lo contenta que estabas esta vez.
–Sí, sí, y que lo digas. Bueno, pero ahora ya he tomado otra decisión y, como tengo ya once meses y me queda poco de vida, he decidido recluirme en un lugar seguro y disfrutar de mis noches de salida para conocer nuevos lugares y espacios desconocidos.
– Pero, no me dirás que te vas por ahí sin conocimiento.
-No, no, no me has entendido; aunque te parezca mentira, Cachuco me ha buscado un sitio ideal donde permanecer junto con otras compañeras, también ya de mi edad, y lo que hacemos es por las noches hacer pequeñas rutas por otros sitios en charcas, muros, humedecidos, grutas de ratas y ratones, restos de basuras y lo pasamos muy bien en nuevos sitios.
– Oye pues me alegro mucho que ya a ciertas edades todavía podáis disfrutar , es lo menos que debéis hacer.
– Pues, yo también estoy muy contenta y me alegro de verte otra vez, por tener tan buenas amigas.
– Hasta siempre, Cuchi.
– Hasta siempre, Chumi.
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Todas felices