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lunes, marzo 10, 2025
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Humanos, árboles, vegetación… (l)

Cavilaciones en Ruidera

¿Pero qué tragedia o paradoja es ésta?… El infinito, el finito,  el “todo”,  la “nada”, la “eternidad”, el “ayer”, el “hoy”, el “mañana”…; armas para defendernos, matar y matarnos… La guerra, la paz…; sin reparar o tal vez sin saber lo que estamos viendo y “haciendo”… ¿Y el todo primigenio aquél…, infinitamente pequeño, surgido de qué…, y el “nacimiento” del tiempo, contenían ya hasta la simiente de los árboles y bosques? No nos sentimos sobre el suelo, ni sentimos el contacto del “abastecimiento” con el que nos obsequia el planeta Tierra… Tierra de todos…; Tierra de nadie, siempre “descarnada” por conseguir reino y sitial… No reparamos en la vegetación que pisamos, que nos da el “aliento” de la vida… Pero siempre estamos, con hipnótica ansiedad y especulaciones casuales, místicas e inútiles, como esperando prodigios que nos beneficien, personalmente…  Cuando yo era un mocoso, recuerdo que la mayor parte del  vecindario aldeano, solía contar y sentir el paso del tiempo, cuando “nacían” y empezaban a rodar las hojas muertas; con las que el viento retozaba, trasteándolas por las callejuelas y en  los grandes olmos y majestuosos plátanos, (Platanus x acerifolia)  que se desarrollaban  junto a la aldea. En aquellos tiempos de mi niñez, los montes y los campos no eran muy “hermosos”, por haber sido “despellejados” y “descarnados” a golpes de destrales, azadones, hocinos y hachas leñadoras y carboneras… Allí el peregrinar de D. Quijote, por tierras y llanuras calcinadas, “por el sol en el verano ardiente de la meseta; llanos y colinas sin árboles; ni un sitio donde a medio día pueda el labrador recostarse a la sombra; ni una rama donde los pájaros puedan hacer sus nidos”. (Martín Chico: Mi amigo el Árbol). Hoy, de vez en cuando, recorremos hollando senderos de las amojonadas, fantásticas y también fantasiosas “trochas” de Don Quijote y vemos muchos  montes y campos muy  “adornados” y “guapos”, con penachos, cimeras, tapices y floripondios de compuestos orgánicos macromoleculares…, moléculas lineales permanentemente fusibles: plásticos Termoestables, Termoplásticos, Elastoplásticos  y “otros”…, para el reciclado universal…

Humanos, árboles, vegetación… (l)

El árbol, aunque en la mayor parte del territorio peninsular, hasta hace pocas décadas, no ha tenido relevante significación, existen crónicas (aparte la veneración y culto que ciertos árboles tuvieron en la antigüedad) de la existencia de árboles en parajes, plazas de pueblos y arcanos lugares; junto a los que se solían celebrar ritos, fiestas, reuniones, actos religiosos… Son varias las advocaciones de Santos, conexionados al nombre de  árboles; cargados de leyenda por imágenes, supuestamente, aparecidas en sus troncos y ramajes.

El árbol es uno de los símbolos, con magnífica representación del reino vegetal… Se le adoraba en la antigüedad, en cultos como alegoría de divinidades y como sitio donde moraban fuerzas mágicas, numinosas… El árbol de hoja caduca, al renovarse anualmente, ha sido símbolo de la renovación de la vida y el de hoja perenne, lo era de la inmortalidad…

Catre de ramas y hojas, primer lecho del ser humano… Flexible pletina de madera para lanzar flechas… Astas de lanza… Cayados de la ancianidad… Cunas de mimbre… Mangos de multitud de herramientas… El arado primitivo… Cetros de autoridad de los reyes… Báculos de religiosos… Varas de alcaldes… Féretros de árbol… Sobre postes de madera, todavía se tienden hilos y cables que difunden datos y energía por la Tierra… Árbol es este cuaderno donde apunto y árbol es el libro que tengo en mis manos…; etcétera, etcétera. El sabio Newton, descubrió la fuerza llamada gravedad, sentado junto a un árbol, al ver caer un fruto maduro… El joven inventor escocés James Watt, centró su atención en una marmita  con agua hirviendo en el fuego del hogar y no paró de cavilar, al ver cómo los chorros de vapor, levantaban la tapa del recipiente…  Datos históricos, objetivos, apuntan que  fue él quien inventó la máquina de vapor. ¿Marca el árbol el destino de los seres humanos?

En anales de antiguos narradores, releemos y compendiamos testimonios de algunos árboles (complicado mencionarlos todos) simbólicos de la Tierra. Cuentan esas memorias, que César plantó en Córdoba un Plátano (Platanus x acerifolia), al que el poeta de Bílbilis, Marcial, le dedicó versos: “Plátano amado de los dioses, no temas ni al fuego ni al hierro sacrílego. Tu duración y tu lozanía serán eternas, porque es la mano de César la que te ha plantado”.

Refieren crónicas  pos-medievales, relacionadas con el “descubrimiento de las Américas” que, en la República de Santo Domingo, una Ceiba (Ceiba pentandra, que suele rebasar los cuarenta metros de altura) rememoraba el nombre de Cristóbal Colón. Y en la que fuera la aldea de Popotla, próxima a la ciudad de Méjico, se menciona un ciprés, al que llamaban “Árbol de la Noche Triste”, junto al cual lloró Hernán Cortés, en las dramáticas horas después de ser atacados ferozmente por los nativos; muriendo más de doscientos españoles. Continuará.

Salvador Jiménez Ramírez

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