– Pues sí, aquí estoy colgada boca abajo en una rama de una caléndula, porque tengo las alas tan húmedas que no puedo intentar volar, así que no me queda otro remedio que esperar a que el tiempo mejore con el calor y poder empezar mi vida de adulta.
– De mis tiempos de niño aún me acuerdo de cuando me alimentaba de las hojillas tiernas de mis caléndulas que me gustaban más que otras plantas y, además, por ser mi lugar donde he pasado mi niñez, junto con mis muchos hermanos, porque mi madre tuvo mucha descendencia y hemos aguantado muy pocas, porque han sido devoradas por bichos con muchas patas y otros pequeños voladores que se los comieron.
– Bueno, ya creo que quiero empezar a volar, pues lo he intentado y ya muevo las alas con soltura, así que: ¡adelante y a vivir!
– La verdad es que el lugar donde me encuentro es muy bonito, con muchas flores y un aire que da gusto ir volando y recorrer las distintas plantas de tantos colores que puedo ir observando, pero, a mí, el que más me gusta es el amarillo brillante y sobre todo el polen tan bueno que absorbo de sus flores con mi lengua que emiten un aroma especial, porque la verdad es que he aprobado de otras flores de distintos colores, pero el jugo de las caléndulas es especial, incluso su sabor es distinto de las demás.
-Algo que siempre me ha dado curiosidad es la poca apetencia de otras mariposas diferentes a las de mi generación que no prefieren el color amarillo y es raro, porque he observado que existen muchas más flores de color amarillo que de otros colores, pero, bueno, mejor para mí, así tengo más donde alimentarme.
– Ya llevo un tiempo ocupada con mucha alegría, volando de un lado a otro y, además, contenta porque hay pequeños charcos de agua donde me poso para poder beber y fue allí donde, precisamente, me apareció un macho mariposo, al que puse de nombre Lepidoro, que iba dando vuelta a varias mariposas que pude observar, pero, cuando descansaba de su vuelo, siempre lo hacía a mi lado, lo que me produjo una cierta seguridad, porque no estaba segura sola, ya que el otro día a mi amiga Maripolo la destrozó un cuerpo volador con alas muy grandes y se la llevó y me da sensación de protector.
– Últimamente le he encontrado un poco inquieto, pues, en cada descanso, cada vez se me acerca más y, la verdad, me agrada muchísimo y me dejo que se me arrime, hasta que al atardecer de un día, me dejé llevar por los impulsos y quisimos demostrar nuestros sentimientos, de tal forma que estoy muy contenta, tal fue así, que ya estábamos acostumbrados a repetir en varias ocasiones y ocurrió que, al poco tiempo, noté una pesadez en el cuerpo que, por detrás se me abultaba y comencé a desprender unas cosas redondeadas, teniendo que hacer el esfuerzo de paletear con las alas para conseguir expulsarlos, y tuve que buscar un lugar donde se encontraran mis bebés cómodos y a salvo, porque eran preciosos cuando salieron a los pocos días, pero con mucha hambre, hasta que se comieron los huevos.
– Esos momentos, y en ese tiempo, fueron de completa satisfacción, sintiéndome muy a gusto y por ser responsable de su alimentación.
– De Lepidoro, no volví a saber más, porque no le vi aparecer después, aunque ya los críos se volvieron a guarecer en sus cubiertas hasta que salieron e hicieron su propia vida, igual que yo.
La verdad es que, al cabo de poco tiempo, ya noté un poco mi vejez y ya me comencé a notar ciertas vibraciones que estaba segura de que me llevarían a dejar de llevar una vida normal.
Sergio Bernao
Así fue, hoy estoy muerta, pero contenta de haber vivido al aire libre y disfrutado sin problema ninguno.