Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
Cuadernos Manchegos

“Tienes la belleza en la mirada. Te contemplo cada día, despacio, lo necesito, no puedo dejar de hacerlo. Crees que tienes todo el tiempo a tu lado, sí, tus diecinueve años te susurran el futuro cada amanecer. Afuera, la primavera arrastra, desde el jardín, el frescor de la fuente, el aroma del laurel y del azahar, la recortada imagen de los setos de boj y el nítido perfil de los cipreses que cabecean ante el viento de poniente. Esperas, en silencio. Habita en ti una elegancia sutil, nada impostada. Habita en ti esa virtud que se derrama en tirabuzones por sienes, pómulos y mejillas. Eres dueña de esa perfección escrita en lo cobrizo de un cabello que recogiste a la altura de la nuca. Y por eso estoy contigo. Por eso vago cada día por la sala del museo donde te encuentras. Por eso hablo con tu silencio, e intento en vano rozar tu mirada con mis pupilas, y sueño con haber nacido hace más de cinco siglos solo para conocerte, para admirarte, para vivirte. Estoy seguro, Giovanna, sé que albergo toda la nostalgia y una sola certeza. No hubo ni habrá en la tierra mujer más bella que tú”.

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“Fragmentos del alma” es el título de la exposición con que la artista plástica Elena Poblete Muro nos sorprende en el Centro Cultural “La Confianza” de Valdepeñas. La muestra alberga una serie de retratos que Elena dispone de una forma tal vez azarosa, como se colgarían en las paredes del salón y las alcobas de una morada cualquiera, estableciendo, quizá, vínculos afectivos entre ellos mismos y también con el espectador.

Elena emplea una laboriosa técnica que consigue atrapar al visitante mientras lo sumerge en un dilema solo resuelto con el cálculo de las distancias. Porque todas las creaciones expuestas poseen siempre dos miradas, la más alejada y la cercana, apenas a unos centímetros de las mismas. En la mirada que nos obliga a retroceder, admiramos la prestancia de la obra, su luminosidad, el equilibrio, su perfección técnica y lo sugestivo de la comunicación que, en una visión reposada, atenta, podemos establecer con la persona retratada. En la mirada cercana, desentrañamos la estructura que arma cada creación y que resulta imposible advertir en la distancia. Elena manifiesta, en el tríptico informativo, su interés por el sujeto individual, por sus pensamientos, su vulnerabilidad y su desolación, pero también por la capacidad del individuo por establecer un diálogo con la sociedad.

En cuanto a la técnica empleada, Elena incorpora recursos de texto —recortes de prensa que parecen extraídos tras un arduo empleo de paciencia, minuciosidad y tijeras— para lograr con ellos una escala de grises que serán la materia prima de sus obras, el caldo primigenio y nutricio que conforma una estética personal, coherente y sugestiva que encandila al espectador. Fragmentos de periódicos que, tras el trauma del despiece, vuelven a sentirse útiles, cohesionados, imprescindibles. Quiero destacar, por impactante, ese precioso tono cobrizo del cabello de muchos de sus retratos, un color que, tras resguardarse en la mirada del espectador, inicia un súbito viaje a los solares de la conciencia.  Es ahí donde, en un sortilegio quizá instintivo, los collages que Elena aplica a sus retratos, consiguen la magia de la perfección.

Elena declara que la idea de la libertad está presente en algunas de las obras expuestas: volar, ver, disfrutar, ser, evolucionar. Quiero afirmar que, en efecto, el concepto de la libertad y su ausencia se entrevera en las creaciones de la artista —jaulas y cuerdas que son las prisiones del alma—con una contundencia lírica, tangible, avasalladora.

Esta poderosa muestra de belleza, destreza técnica y originalidad podrá contemplarse hasta el día uno de diciembre. Allí encontrarán, entre otros, el retrato póstumo de Giovanna Tornabuoni, una deliciosa obra basada en el retrato del pintor florentino Ghirlandaio que se expone en el museo Thyssen- Bornemisza. El título del microrrelato “No habrá en la tierra pintura más bella” está extraído del fragmento del epigrama de Marcial que aparece en el fondo de esta obra de Ghirlandaio.

No duden en visitar esta memorable exposición, una, dos, tres veces, las que hagan falta. Giovanna Tornabuoni, eternidad y belleza en la mirada, les estará esperando.

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