Así es, por sus cualidades especiales hay personas que consiguen que sean recordados siempre, porque, evidentemente, son merecedores de así serlo, pero no por el simple hecho de haberlos conocido, sino, además, por haberlos comprendido en su forma de ser y en sus cualidades como personas que han sabido estar en la sociedad y convivido con ellos y haber demostrado un saber estar y haberse comportado en cualquier ambiente y en cualquier situación, personas que han sabido encontrar siempre su posición en este mundo, donde cada vez se va denotando la pérdida de algunos valores, pero, persistiendo sobradamente en otros muchos.
Me estoy refiriendo en este caso a la persona de Clemente Cuesta Santandreu, que ya conocí incluso antes de ser alcalde, por cuestiones de trabajo, cuando disponía de su bodega, hoy desaparecida, de sus cepas, creo que recordar que, en el término de Valdepeñas, que tantas veces visitamos y donde planteábamos algún tipo de experiencias y ensayos con sus cepas.
En mis recuerdos se me han quedado muchas aspectos de su persona y, sin miedo a equivocarme, puedo decir que se trataba de un ciudadano que supo darse a respetar, por su sencilla forma de ser, por tener la virtud de saber entender la postura de los demás y respetar sus criterios y de tener un carácter, en el trato que tuvimos durante largo tiempo, que permitía sentir acercamiento, con precisión y dignidad por las personas y que era sabedor que los aspectos de los problemas de la vida y de las soluciones que se hacen, debían de tener siempre la constancia que necesitaban, apoyados en todo momento siempre por un razonamiento sensato y que demostraba cuando se planteaban distintos tipos de cuestiones.
Siempre se ha venido haciendo la valoración de una persona por sus hechos conseguidos, de lo cual siento no estar de acuerdo en todas las ocasiones, porque la verdadera valía de cualquier ser humano es la facilidad de disponer de un comportamiento humano, donde se puede tener genio, carácter, mal humor y buen humor, pero que le esencia es el interior, donde se encuentran repleto de admirables comportamientos para los demás y especialmente consigo mismo y Clemente lo ha tenido y ese hálito de sencillez es un mérito que se lo tiene bien merecido.
Por tanto, no quiero dejar de pasar este momento, para dar un profundo sentimiento por su fallecimiento y dejar presente a todas las personas, especialmente a su familia, que con toda sinceridad en mis sentimientos siempre habrá un grato recuerdo hacía su persona.
