El flamenco es más que un género musical; es una forma de vida, una expresión cultural que ha trascendido fronteras y ha encontrado su lugar en el corazón de millones de personas alrededor del mundo. En este contexto, el nuevo formato a trío del concierto de José Almarcha celebrado ayer en el López Torres de Tomelloso, fue soberbio, espectacular, creativo y donde el espectador pudo disfrutar del virtuosismo de Víctor Guadiana con el violín, de las melodías que se desprendían del piano de un fuera de serie e imponente André JahJah, del arte por los cuatro costados de la bailora Lucía Rubial y bajo el ritmo, el temple, la sabiduría y la excelencia de José Almarcha a la guitarra, en una noche donde para el que escribe estas líneas se quedó corta.
Si Almarcha pretendía sorprender a su público, lo hizo y con creces una vez más, respondiendo al calor de su ciudad natal con lo mejor que sabe hacer: enamorar con su guitarra a pesar del frío que reinaba en el López Torres.
Con el auditorio, prácticamente a rebosar, el tomellosero hizo disfrutar a los presentes durante una hora y media a de su talento con temas de su último disco “Un nuevo paseo” y algunos otros de sus anteriores.
Almarcha agradeció la presencia de sus familiares, amigos y personas ligadas al mundo del flamenco y a todo el público “que habéis venido a pesar del frío a acompañarme en este concierto”, dijo.
El maestro arrancó con una rondeña -con la que pretendía entrar el calor- y con su obra “Mi refugio” de su último disco. Seguidamente continuó con “Tangos de Vinalias”, una obra de su anterior disco “Alejandra” y otras muchas piezas de los distintos palos del flamenco como la soleá, o la guajira y una farruca que dedicó a La casa del gallego de la ciudad de Tomelloso.
Con la obra “El silencio del tiempo”, el público -atónito-, disfrutaba en ese momento del talento al piano y con los pies descalzos del brasileño André JahJah y como no podía ser de otra manera apareció el desparpajo y el arte de Lucía Ruibal con su baile, ¡una auténtica maravilla!.
El trío continuaba su actuación con otra obra titulada “Raíz y Paloma” y con una inigualable balada bajo el título “Tiám”, dedicada al público presente
El virtuosismo de Almarcha a la guitarra quedó patente con su toque exquisito lleno de maravillosos rasgueos, trémolos himnóticos con una limpieza asombrosa y con esas interminables escalas y punteos frenéticos.
Una noche para nunca olvidar donde el trío dejó su sella de identidad recibiendo la ovación de un público entregado y con ganas de más, pero eso será para otra ocasión en la que podamos disfrutar en breve de una actuación al completo de la banda capitaneada por Almarcha en el Teatro Municipal “Marcelo Grande”.
