La noche está predestinada para el amor,
al menos lo parece, sin embargo,
vagamente, me vienen a la mente
miles de historias cotidianas,
cierto sonrojo y el sabor de mil labios indefensos.
No obstante, la realidad parece otra
al esquivar la tentación de buscar otra poesía,
lejos de historias repetidas, flores, abrazos,
silencios, primaveras, lejos de toda esta sensación
que sutilmente me acobarda y te inmortaliza.
A decir verdad, me cansé de desnudarte,
de obligarte a escuchar aquellos versos sin ritmo,
sin cadencia, versos acomplejados y aburridos,
a veces, absurdos, me cansé de hablarte de mi
tantas veces, de mis virtudes y de mis miedos,
me cansé ciertamente de no saber escribir
como requiere el que lee más de mil versos al día,
de perder el tren de la existencia y besarte
sin la pasión que exige cada momento.
Ahora pienso, si este amor no debe ser de otra manera,
si todo lo que se recuerda pudiera parecerse al azar
del pasado, y a fin de cuentas, la poesía pudiera escribirse sola,
en un bar cualquiera en cada día de un noviembre lluvioso,
en un momento sin más apoyo que la ebriedad del alma
con un cigarro en la mano y una selección de poemas:
Bonald, Gimferrer o "Los amantes" de Cortázar.
