En su opinión, la libertad, no es sólo hacer, pensar o sentir lo que uno quiera en cualquier circunstancia o momento, es también la responsabilidad de no traspasar las fronteras de las libertades de los demás. Vamos a conocer un poco más de esta gran maestra.
¿Quién es Mª del Carmen Matute Rodero?
Nací en Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real), pueblo en el que viví sólo mis primeros 7 años de vida, ya que mi padre tuvo que marchar a Madrid con toda la familia por motivos laborales. En Madrid permanecimos durante dos años hasta que mi padre consiguió el traslado a Ciudad Real, en donde ha transcurrido la mayor parte de mi vida.
He trabajado como maestra durante casi 40 años en distintos pueblos y en Ciudad Real.
Soy madre de dos hijos.
Aficionada a la poesía y amante de la naturaleza, la música, los libros y todas las artes, en general. Viajera incansable.
¿Cómo le cogió el gusto a la poesía?
En mi preadolescencia leí un libro que había en casa titulado “Las 1.000 mejores poesías de la lengua castellana”. Así empecé a aficionarme a la lectura de poesía y comencé a escribir en un cuaderno pequeños poemillas, que un día al releerlos, no los consideré muy dignos y acabaron en la basura.
Cuando tenía 18 años me dieron un premio en un certamen poético y en su entrega conocí a otros jóvenes que me pusieron en contacto con el Grupo Literario Guadiana. Con ellos publiqué mi primer libro de poemas: “Las alas de lo hondo”, dentro del libro colectivo “Hacia la luz”, con prólogo de Vicente Cano, director del grupo en aquella época. Mi actividad poética ha estado y está muy relacionada con el mencionado grupo, al que he pertenecido de manera intermitente.
Y así, de vez en cuando, a lo largo de los años, la poesía ha ido buscándome a mí, más que yo a ella.
¿Por qué escribe?
Escribo para apagar esa llama que me quema por dentro, a veces. Otras veces, como una necesidad imperiosa de comunicar lo inefable. Otras quizás buscando la belleza y la verdad; o buscando mi propia identidad y la de los otros. A veces, me desvivo en la palabra para habitar en esa dimensión profunda de la realidad a la que nos acerca la poesía.
¿Qué concepción tiene de la poesía?
El poeta, si es auténtico, no puede ser un fingidor, como dijo Pessoa. Para eso ya hay otros caminos, como el relato, el teatro, etc. El poeta ha de buscar no sólo la belleza sino también la verdad. Escribir sobre su vida, sus sentimientos, sus pensamientos, sus emociones, sus denuncias ante las injusticias y miserias del tiempo que le ha tocado vivir, como testigo de ese tiempo.
Soy partidaria de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, que decía: “no la toques ya más, así es la rosa”. Trabajo el poema mientras lo escribo porque es más fiel al sentimiento o pensamiento que lo ha provocado en ese momento. Cuando he intentado cambiar algo tiempo después de haberlo escrito, he acabado estropeándolo.
¿Qué meta debe alcanzar este arte y qué puede o debe cambiar?
La poesía nos libera de nuestras sombras y las sublima (uno de mis poemarios se titula “Sublimación de las sombras”).
Cuando consigues acercarte a la expresión de aquello que te ata se produce una liberación emocional, una catarsis.
El poema auténtico tiene que conmover a quien lo lee o lo escucha, tiene que provocar un escalofrío en lo más hondo, pellizcar el alma.
La poesía nos humaniza y nos hace sentirnos libres. Aunque también nos hace más vulnerables.
¿En qué medida existe una relación entre la Literatura y los principios éticos, morales y, sobre todo, sociales?
La poesía tiene la capacidad de mejorarnos y mejorar lo que nos rodea. No puede cambiar la sociedad, pero sí a muchas personas que se acercan al universo poético. Y la sociedad empieza a cambiar cuando cambian las personas que la forman. Es desde el individuo donde comienza el deseo de un mundo mejor. Y de eso saben mucho los poetas.
El poeta es capaz de encontrar flores en la alcantarilla, es decir, es capaz de encontrar la belleza en medio de las miserias de la sociedad.
¿Cómo es su propio proceso a la hora de escribir poesía?
Cuando llega la inspiración, provocada por un sentimiento hondo, una emoción un pensamiento, una lectura, una noticia, una película, etc., se agolpan en mi mente las palabras hasta que consigo dominarlas y encauzarlas para intentar expresar, a veces, lo inefable.
Soy poeta ocasional. No me siento a menudo intentando escribir poemas de forma metódica. El poema llega cuando quiere, yo no lo busco.
Tiene publicado una gran cantidad de libros y colaboraciones en diferentes antologías, especialmente de poesía. Si sólo pudiese quedarse con uno, ¿cuál de ellos elegiría y por qué?
Creo que elegiría un poemario infantil titulado “Arco iris para un sueño” porque fue escrito con mucho cariño para los niños en su aprendizaje de la lectoescritura en la escuela y en él se aúnan dos de mis grandes pasiones: la enseñanza y la poesía.
¿Cómo ve actualmente la literatura, y en particular la poesía, en nuestra provincia?
Como en toda época de crisis, actualmente, hay un florecimiento de la cultura y de las artes en general. La poesía no es ajena a ello. Se publica mucho y hay gran cantidad de presentaciones de libros tanto en Ciudad Real como en diversos pueblos de la provincia. Así como un gran número de recitales poéticos sobre temas específicos a lo largo del año.
También se realizan encuentros de poetas de la provincia con grupos literarios de otras comunidades.
Hay diversos grupos literarios que fomentan y divulgan la poesía, como el Grupo Literario Guadiana en Ciudad Real; el Grupo Artístico Literario “El trascacho” en Valdepeñas; la Orden Literaria “Francisco de Quevedo” en Villanueva de los Infantes; el “Salón del Poema Ilustrado”, que combina poesía y pintura; los “Encuentros Oretania de Poetas” que reúnen a un grupo de poetas en torno a un tema común, etc.
Y, por último, ¿qué es la libertad para usted?
En mi opinión, no es sólo hacer, pensar o sentir lo que uno quiera en cualquier circunstancia o momento, es también la responsabilidad de no traspasar las fronteras de las libertades de los demás.