Este andar cansino, azaroso,
esta liturgia de olvidar
sin más reparo que volver
a levantar las persianas
y tragarme todo el sufrimiento
del mundo, esta vulgaridad que extirpo
en cada afrenta de la historia,
al acecho de aquellos mares azules sin vida
donde retrasar lo inevitable,
este andar cansino y esta angustia
que quema mis entrañas,
este miedo sonoro que me reclama,
hacia la muerte de los iguales
y el dolor de la memoria
hacia las guerras y la injusticia
hacia el hambre y la miseria,
alrededor de la triste y oscura poesía,
al encuentro del refugio del alma
y el mensaje humano de la conciencia.
Miguel Ángel Bernao