Al calendario deberían sobrarle días,
a fin de cuentas, las cosas sustanciales
se concentran en pequeños intervalos,
raudos, pero inamovibles en la memoria.
Las noches, las más luminosas,
cuando todo ya parece planeado,
no suelen entender de premura,
buen vino, tabulé con menta,
solomillo al gusto y una tarta
de queso con arándanos, el resto,
una música de fondo para perderse
y obviar la exactitud imprecisa del tiempo.
Definitivamente yo podría arrancar esos días
donde la grandeza del amor solía acudir
con una orquesta apocalíptica de silencios,
traficando con la soledad y las sombras
y el aire triunfante de las grandes noches,
pero hoy es domingo y mañana hay un día
que deberíamos borrar, irremediablemente,
salvo que tú decidas insinuar otra cosa,
elegir una canción, Insomnia de Melba Liston, quizá,
y entre las sábanas, destrozar nuestros cuerpos
ante la previsible e irremediable crónica del alba,
hacia la indestructible noche y la posteridad del suceso
hacia la razón de existir en un eterno mañana.
Mañana lunes, nadie hablará de nosotros,
la ciudad permanecerá callada,
como el aplauso impaciente dentro de un teatro,
como la voz del aire en el desierto,
y juntos, con la improbabilidad de olvidarnos,
seguiremos devorando los restos
de esta tarta de queso con arándanos.
@ Miguel Á. Bernao
#poemasbernao