Es indudable que el personaje de El Greco ha llenado por completo la tradición de la pintura española durante el siglo XVI y XVII de nuestra región con su sede en Toledo. Esta gran personalidad pictórica ha dejado huella en nuestra Región por su importancia y trascendencia, así como el asentamiento de muchas de sus obras—recuérdese los cuatro cuadros de la Iglesia de la Caridad en Illescas (Toledo).
Menos conocido, aunque también resultó un personaje singular fue su hijo—legítimo o no— que continuó con la tradición familiar de su padre, además de unos dotes como arquitecto importantes y donde todavía pueden observarse muchas de sus obras .
Jorge Manuel fue hijo de El Greco y de una mujer llamada Jerónima de las Cuevas y, aunque no se conoce si realizaron matrimonio, sí se sabe que Jorge Manuel fue bautizado. Su comportamiento con su padre puede considerarse de ejemplar, pues ayudó continuamente en el taller de El Greco, aprendió pintura y maduró en otras creaciones artísticas e incluso hizo de representante para su padre en algunos contratos que se firmaron gracias a él.
Sus obras pictóricas no llegaron a tener la calidad de las de su padre y muchas de ellas trataban de ser copias. Por desgracia la mayoría de sus obras se encuentran diseminadas y esparcidas por distintos lugares de España.
Su segunda ocupación fue la de arquitecto y especialmente de ensamblador, colaborando en numerosas obras y mejoras de fachadas, arcos y retablos con bastante talento y acierto. Sus trabajos se realizaron en la mayoría de las capitales actuales de la actual región, pero de forma más importante en la capital Toledo donde nació, colaborando en iglesias, conventos y en la catedral.
Su vida privada fue muy intensa pues se casó en tres ocasiones y tuvo cuatro hijos. Otra curiosidad de este personaje es que se supone que fue enterrado en la Iglesia de San Torcuato de Toledo, donde se cree que trasladó los restos de su padre desde la iglesia de Santo Domingo, pero por la destrucción casi total de la iglesia durante la revolución que hizo abdicar a Isabel II, llamada la Gloriosa, no quedó nada más que la fachada y a pesar de los estudios arqueológicos realizados tanto en Santo Domingo , como en San Torcuato no se ha podido garantizar que los restos estuvieran en alguno de los dos, por lo que los restos de padre e hijo siguen sin saberse donde se encuentran. Recordemos que San Torcuato fue uno de los siete evangelistas enviados por Roma para evangelizar España y que sus restos se encuentran en la misma iglesia de Guadix (Granada) siendo el primer Obispo en Europa.