Llega Manuel a un gran centro comercial a las afueras del pueblo con gran aparcamiento al aire libre.
En el coche lleva a sus dos hijos y un sobrino. Una niña y dos muchachos.
Los muchachos tienen una edad entre 12 a 15 años.
Aparca el coche y bajan todos del vehículo, incluido Manuel.
Entran en la parte de recepción del establecimiento y habla con los muchachos y al poco se introducen los tres en el local, aunque Manuel se queda fuera y distante de la entrada, saliendo disimuladamente del establecimiento.
Los muchachos se van introduciendo uno a uno, por separado y en distintas entradas en diferentes momentos y se introducen dentro del local donde cada uno se separa por distintos sitios, con pinta de no hacer nada.
La Julina va a una estantería donde observa la existencia de un paquete con el contenido de un bollo de los que, por lo visto, le debía gustar y, mirando de un lado a otro, lo coge y tapando y disimulando con su cuerpo el paquete, se lo guarda. Ya haciéndose la despistada se dirige a los servicios de mujeres, entra en él y se come el bollo, saliendo después tan tranquila, como si nada hubiera pasado.
Rufino se mantiene haciéndose el despistado y se dirige con toda precisión a la estantería en donde se depositan los quesos envasados y se agarra a uno de los paquetes de lonchas delgadas de quesos, que coge y se lo queda mirándolo y moviendo como si lo estuviera observando y, en un movimiento ágil y rápido, se lo guarda y como si no fuera la cosa, va sacando una a una las distintas lonchas y, simulando, se las va comiendo, disimulando los movimientos de la boca, hasta que termina con el paquete y sigue caminando y el envase lo deja escondido debajo de una caja de frutas con manzanas y se marcha hacia la salida.
El sobrino de Manuel, Emilio, es más astuto, va comiendo chocolatinas de la muestra a granel que hay en el comercio que se venden sin empaquetar y que están como partes individuales en varias cajas de distintos productos dulces para unirlas y pagar al peso. Se infla de todos poco a poco, porque pasa una vez y otra y cada vez se lleva una pieza.
Pero tiene mala suerte, se le acerca un trabajador del establecimiento y le indica que abandone inmediatamente el establecimiento, cosa que Emilio hace con toda tranquilidad.
Uno a uno, van desapareciendo del local, saliendo con normalidad sin que nadie les había dicho nada a los dos primeros y se dirigen por separado y haciendo distintas direcciones al aparcamiento, pero ya el coche no está, pero ellos-que ya lo sabían-, de forma decidida siguen andando alternando por separado distintas rutas, hasta llegar a un lugar apartado donde está Manuel esperándoles.
A la llegada, Manuel se dirige a ellos y les pregunta: ¿Qué tal el desayuno?
Además de esta descripción, lo más curioso es que en ningún momento se introdujeron algún producto para sacarlo del centro comercial en sus bolsillos ¿Por qué será?
Simplemente: fueron a desayunar.
NOTA.- Basado en hechos reales.