Virgen de las Viñas Tomelloso
Cuadernos Manchegos
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Don Joaquín, párroco de la Iglesia, estaba preocupado porque llevaba unos días en que la recaudación de las misas se encontraba disminuyendo de forma muy extraña.

Era corriente que los monaguillos pasaran el cepillo a finales de la misa para recaudar dinero para la iglesia y más o menos la cifra en la parroquia solía ser muy parecido.

Sin embargo, últimamente la disminución era notable y don Joaquín estaba preocupado, no por la bajada de la recaudación, sino porque comenzó a pensar si el importe de los cepillos no llegaba al cajón general, porque alguien lo quitaba de los cepillos.

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Y, así, don Joaquín pasó de ser sacerdote a detective, y consiguió vigilar a los monaguillos que hacían de limosneros y comprobó que uno de ellos, precisamente el que recogía los donativos los sábados, escondía disimuladamente monedas en su bolsillo oculto.

Ya convencido, con seguridad y certeza confirmada y terminada ya la misa del sábado, y,   en la sacristía, llamó aparte al que se llamaba Pedrito, que era un muchacho de pelo rubio, bajito y con cara de niño bueno.

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Se acercó a él y le dijo:

- Hombre, Pedrito, no esperaba eso de ti, pero me gustaría saber para qué te quedas con las monedas del cepillo y qué haces con ellas.

 El muchacho, con la cabeza gacha no contestaba nada.

 - Venga, no tengas miedo, solo quiero saber qué haces con el dinero, venga, dímelo, por favor.

- Padre, es que me da vergüenza haberme quedado con el dinero, pero quiero que sepa que no lo he utilizado mal…

- ¡Ah! Vaya, me alegro que me digas eso; a ver, sigue.

- Pues padre, simplemente compro unos dulces para mi hermano el pequeño que le gustan mucho los chuches.

- Mira Pedrito, si en algún momento necesitas algún dulce para tu hermano me lo dices por lo bajito y yo te lo puedo prestar, pero lo que no está bien es que quites algo que no es tuyo, pero no solo en la iglesia, sino en ningún sitio.

- Ya padre, le prometo no volver a hacerlo

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ACLARACIONES

- Basado en hechos reales en los años anteriores a 1970.

- La iglesia era una pequeña parroquia de un barrio de extramuros de Madrid.

- Ese crio, ya de muchacho, fue conocido en el barrio como: “Pedrito, el chuches”, llegando a ser un conocido ”caco”, ladronzuelo o descuidero de la zona, que aprovechaba cualquier descuido para apoderarse del contenido de todos los ”cepillos “ que podía.

- La anécdota más curiosa es que todos los sábados acudía a misa y depositaba una moneda en el cepillo.

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