En 1946 ya habían pasado casi 7 años desde el fin de la Guerra Civil y 10 del trauma que había supuesto para la inmensa mayoría de los vecinos de Tomelloso ver cómo las imágenes, los retablos, los adornos, las vestimentas, los libros de la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora habían sido quemados en medio de la plaza de España.
Las campanas, por suscripción popular, se volvieron a ubicar en el campanario en 1944, nuevas imágenes y retablos adornaron su interior, nuevas vestimentas fueron compradas para los sacerdotes, los libros del Archivo Parroquial, sin embargo, eran irremplazables, no quedó más remedio que hacer borrón y cuenta nueva, comenzar a registrar los bautizos, matrimonios y defunciones desde 1939 en adelante, es lo que pasa cuando se destruye el registro del pasado.
En los años que habían transcurrido desde el fin de la Guerra Civil, las procesiones volvieron a salir por la puerta principal de la Parroquia para realizar sus recorridos. La puerta no era como es ahora. Contaba con un arco de sillares que hacía dificultosa, en especial, la salida y entrada de las nuevas imágenes. Siempre había sido así, pero ese año las cosas iban a cambiar.
El nombre tras el escudo
Don Emeterio Echevarría y Barrena nació en Arlegui (Navarra), el 3 de marzo de 1880. Tras ingresar en el Seminario Conciliar de Pamplona en 1892, prosiguió sus estudios sacerdotales hasta que fue ordenado el 4 de abril de 1904. Entre 1905 y 1939 desarrolló su labor en el Seminario de Pamplona, donde enseñó Latinidad y Filosofía y del que sería nombrado vicerrector en 1924. Pocos años después, el 29 de diciembre de 1942, fue nombrado obispo titular de Dora y prior de las Órdenes Militares con sede en Ciudad Real, siendo el 28 de marzo de 1943 la fecha de su ordenación como prelado. Sería este su último destino como religioso.
Durante el ejercicio de este cargo fue cuando se interesó por la puerta principal de la Parroquia de la Asunción, en Tomelloso, y de los problemas que conllevaba para la entrada y salida de las imágenes de las procesiones. Fue acordado que debía modificarse, que el arco de sillares debía ser eliminado y que la entrada tenía que ser ampliada hasta el marco rectangular de la puerta para así facilitar la entrada y salida de estas. Y así se hizo. Además, es muy probable que la financiación de esta obra procediera en gran medida del propio bolsillo del obispo de Ciudad Real, y así lo parece cuando en ese 1946 hizo colocar su escudo familiar, el de los Echevarría y Barrena, en piedra, sobre la entrada remodelada a la Parroquia de Tomelloso. En él, en su parte inferior, grabado en una cinta, se debería haber podido leer su lema: «Omnia vestra in caritate fiant» (Deja que todo tu amor se convierta).
Don Emeterio Echevarría falleció el 23 de diciembre de 1954, en Ciudad Real, a los 74 años de edad. Su sepultura se encuentra en la capilla penitencial de la catedral de esta ciudad manchega al lado de la de su antecesor en dicho episcopado: don Casimiro Piñera y Naredo. Junto a este recuerdo imperecedero, además, figura el poso que dejó como hombre especialmente cordial, abierto al pueblo y de talante muy paternal. Estas cualidades le hicieron acreedor de un sincero afecto por parte de todos los sectores de la sociedad, tal y como se evidenció de forma espontánea en el duelo popular que siguió a la noticia de su fallecimiento.
Su legado en Tomelloso
Así pues, es el escudo de este obispo navarro el que adorna nuestra Parroquia desde hace 74 años. Otra jugada del destino que se materializó en nuestra plaza pública, como ocurrió con la Posada de los Portales y su peculiar origen. Pero no solo quedará ahí su huella y es que, aunque no demasiado conocido por el gran público, también sería él quien autorizara los estatutos de la por entonces recién creada Hermandad de la Virgen de las Viñas.
Sin lugar a dudas, su labor episcopal se hizo notar en nuestro pueblo en esos años de posguerra, unos años en que una nueva realidad se iba a materializar en Tomelloso y en el que una nueva tradición acababa de nacer: la romería a Nuestra Señora la Virgen de las Viñas.
Por lo menos, desde hace unos años, con la publicación en 2008 del tomo dedicado a la Iglesia en Tomelloso, la incógnita sobre ese escudo quedó despejada y el nombre de este obispo cobró de nuevo vida en nuestra tierra. Ahora solo la hemos vuelto a rescatar del olvido con la intención de divulgarla entre las nuevas generaciones y entre quienes no pudieron leer esa obra, esa es nuestra esperanza.