Esta sesión da continuidad a la celebrada el pasado jueves 22 en la Casa de Cultura de Torrenueva, en la que se aproximó en un contexto general el impacto de la minería de tierras raras sobre la salud pública y el medioambiente, y en la que participaron unas 160 personas hasta completar el aforo de la instalación.
Hay que recordar que numerosas investigaciones científicas internacionales han alertado de que las tierras raras, también durante la actividad minera, pueden ingresar al cuerpo humano a través de múltiples rutas de exposición y son susceptibles de bioacumulación en diferentes tejidos u órganos, lo que representa una amenaza para la salud humana que a día de hoy los especialistas consideran "de importancia global".
De hecho, hoy en día, los expertos valoran que la exposición a las tierras raras, a nivel general, está asociada a un mayor riesgo de trastornos neurológicos en la población, incluyendo daño cerebral y disfunciones cognitivas que puede favorecer en aumento del índice de morbilidad en las poblaciones siendo la inflamación y el estrés oxidativo, causado por la exposición continuada a estos elementos, mecanismos que pueden contribuir a este tipo de enfermedades que no sólo afectan a las personas diagnosticadas sino también a sus seres queridos pasando a enfrentar las familias desafíos emocionales y sociales que pueden ser abrumadores.
Es por ello que el rechazo a proyectos extractivos de tierras raras como el pretendido por la mercantil Quantum Minería no es casual, pues el potencial impacto sobre la salud pública se une a otras serias preocupaciones como las afecciones al medioambiente y la biodiversidad o el evidente perjuicio sobre los sectores productivos, en especial el agroalimentario.
La defensa de la salud pública, el medioambiente y las actividades económicas tradicionales son pilares fundamentales para construir un futuro equitativo y perdurable, y tanto la clase política en su conjunto como las Administraciones tienen la responsabilidad de liderar este camino con valentía y compromiso. Por eso el no a la minería de tierras raras que las comunidades están demostrando día a día en Ciudad Real no es un retroceso sino un avance social, un sí a la vida y la sostenibilidad.