Vamos a ir ofreciendo al lector una serie de artículos donde encontraremos paisajes propios de la conocida como Llanura Manchega, cuyas características marcan una pauta histórica original de nuestro paisaje y que, a pesar de las calificaciones establecidas por muchos ha venido siendo de monotonía, poco atractiva y escasa diferenciación de terreno, de pocas arboledas y carente de montañas, que se han vertido de forma generalizada por personas que no comprenden la belleza de unas imágenes que han sido hartamente reflejadas en pintores y escritores y donde D. Miguel de Cervantes se recreó continuadamente de su imagen y de sus características propias, definidas en sus numerosas alusiones en su inmortal libro.
No nos imaginamos a nadie que haya visitado nuestra famosa Llanura que, en definitiva, no haya encontrado belleza, espíritu de sosiego, calma, serenidad, pausa limpia y sostenida, belleza perpetua y sentenciosa, que proporciona un ambiente de sosiego y calma, que hace enamorarse de un ambiente tranquilo, amable, simpático y agradable, que difícilmente es fácil de olvidar en otras partes del mundo.
Esa serenidad de nuestro paisaje finalmente enamora, porque influye en la paz de cuerpo y del alma, de la esperanza de una vida calmada, apaciguadora, asequible y fácil de poder disfrutar y no hay nada mejor que contemplar las imágenes que vamos a ir introduciendo en nuestros artículos.
Las imágenes que iremos reproduciendo están obtenidas en momentos puntuales y en situaciones sin tener ningún preparado especial, pues han sido fotografiadas de forma eventual y sin preparación alguna, simplemente en nuestras visitas al campo de nuestra querida Llanura Manchega, que no deja de proporcionar curiosidades y belleza continua.