No podemos pasar sin hacer una mención especial a ciertas edificaciones, construcciones o albergues de campo, como queramos llamarlas, que nos encontramos en parcelas de las localidades de Alcázar de San Juan, Tomelloso, Argamasilla de Alba, Cinco Casas, Campo de Criptana. Socuéllamos, Arenales de San Gregorio, Manzanares y Pedro Muñoz y posiblemente algunos más de forma esporádica, que se denominan específicamente como Bombos tomelloseros.
Estos albergues de campo que hemos mencionado en numerosas ocasiones y que se encuentran ubicados en parcelas que destacan del paisaje por su extrañeza y singularidad son construcciones rurales que los agricultores de Tomelloso confeccionaron como lugar de albergue, descanso y reposo de su labores de campo, especialmente necesarios por la gran dispersión de sus parcelas alejadas de su localidad, como consecuencia de la gran expansión de los tomelloseros en la propiedad de parcelas, alejadas de su término municipal y que obligaban a pasar un tiempo indefinido en sus tierras de cultivo, sin posibilidades de regresar a su localidad.
Estas construcciones fueron muy importantes para el desarrollo agrícola de los tomelloseros por poder establecer una forma de facilitar las labores del campo, en épocas de nula mecanización y donde el trabajo de las mulas era necesario e imprescindible.
Estos alojamientos estaban construidos por el sistema de piedra sobre piedra, sin argamasa alguna y terminaban en forma cónica, por el sistema de cerramiento denominado de falsa cúpula, con una piedra de lastra final que hacía de cerramiento.
La construcción se facilitaba por la abundancia de piedras de lastra caliza, planas y fisuradas que permitían el acoplamiento y amontonamiento sucesivo.
Se admite que pudieron existir unos 600 bombos construidos y que hoy en día han ido desapareciendo por falta de uso y por abandono, lo que no impide que podamos apreciar todavía en perfecto estado numerosos de ellos repartido por las superficies y bien conservados.
Existían distintos modelos de construcción. Así, teníamos los bombos sencillos de una cúpula donde se disponía en el interior lo más sencillo: un poyo de piedra rectangular para sentarse, para acostarse y descansar; una cocina-chimenea de fuego; una pequeña perforación llamada taquilla para dejar las cosas de uso personal y unas estacas insertadas en la pared para dejar correas y otras piezas del arropamiento de las mulas.
Otro tipo de bombo era el de dos jaulas, en el que se incluía, además, un segundo espacio para las mulas o en otros casos para dormitorio del agricultor y el modelo más grande de tres jaulas, en el que se incluía dormitorio y cuadra, además de los elementales.
Como hemos dicho, os bombos se construían con piedras y el ancho de los muros se hacían con dos capas de piedras separadas con lo que se llama el garrujo, que eran rellenos de piedras tierras, arenas, entre las dos murallas.
Estas construcciones fueron desapareciendo a partir de los años cincuenta, porque ya no aparecieron constructores, pues hay que explicar que no existían técnicos ni cuadrillas especializadas que hicieran bombos, sino que eran construcciones familiares o individuales que lo habían aprendido de sus antecesores.