Si existe algo imprescindible y que nunca falta en nuestros paisajes manchegos es la persistente presencia del cultivo de la viña, como planta de mayor presencia en todo el medio ambiente manchego.
Esas imágenes quedan siempre como recuerdo para cualquier visitante. Esos troncos tan uniformados de colores marrones oscuros que se presentan en el invierno y esos colores verdes al principio y con tonalidades amarillentas en el engorde de los racimos que nos proporcionan la primavera y principios del verano.
Hace ya muchos años que la masa de plantas de vid han dejado de ser pequeñas estatuas con sus cortos brazos abiertos y actualmente han pasado a observarse otras contemplaciones con la aparición de masas de cepas de mayor altura y que, según las orientaciones, proporcionan unas nuevas irisaciones cuando el sol hace iluminar los alambres de las formas apoyadas de viñedo o espalderas, como suelen nombrarse.
Esta evolución se ha producido por distintos factores y entre ellos nos encontramos la introducción de nuevas variedades de viña, distintas de las tradicionales de nuestros campos, cuyas necesidades, tanto de crecimiento, como de poda y de humedad hicieron que se produjera esa primera evolución en la estructura de las plantaciones.
Otro factor de gran importancia, ha sido la posibilidad manifiesta de poder realizar la vendimia de forma mecanizada, con el consiguiente ahorro de mano de obra, así como también es posible de forma informática la correcta alineación de las líneas de calles y la plantación de forma mecánica.
Continuando con las ventajas antes reseñadas, podíamos incluir la de poder realizar la poda de forma más sencilla, o, al menos, más cómoda.
Lógicamente, el costo de estas nuevas plantaciones se hace más oneroso por la necesidad de realizar la instalación de postes y alambres correspondientes y el mantenimiento de esas instalaciones, que todos los años necesitan un repaso.
Con alguna discusión se plantea el grado de luminosidad y afección del sol sobre unas y otras plantaciones, pues las plantaciones en bajo tienen una mayor disponibilidad de sol y las de espaldera existe un mayor sombreado entre los racimos y hojas, como tampoco son iguales los parámetros de humedad en unos y otros casos.
De todas formas, las imágenes que nos proporcionan estas plantaciones, tano las nuevas como las de siempre, marcan un paisaje identificativo de nuestras tierras manchegas.