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Cosas de la vida (X): Voluntario en la mili
Ángel Bernao | Ciudad Real | Sociedad | 19-12-2024

Cosas de la vida (X): Voluntario en la mili

Matito fue un compañero de fatigas de un amigo mío en la mili que le ocurrieron una serie de cosas que son interesantes por lo original de ellas.

Juan me las contó y me dijo que no importaba que las narrara a mi manera.

Estando en el campamento del servicio militar en los primeros seis meses de práctica en Hoyo de Manzanares, provincia de Madrid, haciendo las prácticas de la mili como voluntario, se encontró con un compañero soldado llamado Matito, que era gallego y una persona muy sencilla, humana y buen compañero desde que mi amigo lo conoció y, además, hizo buenas amistades pues dormían en los mismos camastros que dos daban en el campamento militar.

En un lote de pruebas que se hacían como soldados, Matito nunca acertaba y lo hacía todo mal.

- ¡Media vuelta, ar! Matito la daba al revés. Se le acercaba el cabo primero y le daba un golpe en la cabeza en la nuca.

- ¡Derecha , ar! Matito a la izquierda. A limpiar las letrinas un par de días.

Matito iba al servicio, o, mejor dicho, a las letrinas y cuando estaba depositando, algunos compañeros graciosos le empujaban y se caía con todo el culo en la mierda.

A Matito le traían de su pueblo jamón y algunas cosas de su Galicia y, en cuanto se despistaba, se quedaba sin comida.

¡Al ataque! A Matito siempre le ponían la zancadilla y al suelo con el máuser en la mano.

!Alto! Matito no se paraba a tiempo y tropieza en plena fila. Matito castigado con el máuser al hombro dando veinte vueltas.

Un desastre, y mi amigo preocupado por todos sus problemas, le preguntaba què le pasaba y Matito le contestaba llorando diciéndole que se había casado hacía tres meses y echaba mucho de menos a su mujer y no se podía concentrar.

Además, le dijo a mi amigo que se había presentado voluntario,  porque así el cuartel de destino se encontraba cerca de su pueblo y podía tener el ”pase pernocta” con facilidad, aunque la mili durara más tiempo.

Mi amigo habló con dos compañeros soldados y prepararon un plan especial.

En un permiso que les dieron de cinco días, los compañeros de mi amigo le llevaron a la casa de un padre de ellos que habían desplazado a recoger a su hijo en el campamento y lo vistieron de paisano, lo metieron en el tren en Atocha y lo mandaron a la estación de Renfe, habiendo enviado previamente un telégrafo a la estación de destino de Matito.

El grupo de los soldados amigos estuvieron esperando impacientemente la llegada de su compañero en la estación el último día de permiso y , efectivamente, Matito apareció con una gran sonrisa y una gran maleta, dando un abrazo a sus compañeros y casi llorando.

Se le vistió de militar de nuevo y, en la casa de Pedro, que era el compañero que le había prestado la casa para el cambio, abrió la maleta y sacó tres lomos de jamón que nos repartió y lo dejamos en casa de Pedro a cargo de sus padres.

Volvimos al campamento y a Matito ya se le notaba otra alegría y un cuerpo más movido.

¡Media vuelta, ar! Matito otra vez se equivoca. Corte de pelo al cero.

Nos vacunan, Matito, enfermo, arrestado al calabozo en observación.

Los 8 meses en el campamento Matito, adelgazó ocho kilos, salió con lesiones por todo el cuerpo, roces, heridas, pelo calvo y actitud desesperada.

No volvió más a verlo al ser destinado al cuartel de Galicia, sin saber nada de su compañero de mili.

¿Sobrevivió? Cosas de la mili

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