Con este título Cervantes finalizó el octavo y último entremés de los que escribió, que sigue denotando su genialidad por crear acontecimientos y sucesos de gran originalidad. En este caso se trata de un entremés donde se reúnen dos cuestiones propias del ser humano: los celos y el sexo. En él intervienen fundamentalmente cuatro personajes: Un matrimonio, una sobrina y una vecina. El argumento comenta el ardid que preparan las tres mujeres para engañar al marido de una de ellas
para conseguir mantener relaciones sexuales con un joven, partiendo de la base de que el marido es un hombre ya mayor y muy celoso y la mujer más joven a la que tiene prácticamente encerrada en casa por celos.
Lo más interesante de nuestra faceta es comentar el vocabulario, frases y expresiones en voz de los protagonistas que demuestra la sabia utilización de Cervantes en el uso del diccionario.
Así, en la introducción, la vecina felicita a la esposa porque su marido es rico y posee gran hacienda por lo que debería ser feliz y estar contenta, a lo que la esposa contesta que sería feliz si acaso su marido le permitiera salir de casa con la siguiente expresión: “ ¿De qué me sirve a mi todo aquesto, si en mitad de la riqueza estoy pobre, y en medio de la abundancia, con hambre?”.
Y en otro apartado indica lo celoso que es su marido: “…no me clavara las ventanas, cerrara las puertas, visitara a todas horas la casa; desterrara della los gatos y los perros por tener nombre de varón…”, para rematar con otra: …siete puertas hay antes de que llegue a mi aposento, fuera de la puerta de la calle y todas se cierran con llave y la llaves aún no me ha sido posible averiguar dónde las esconde de noche.” (Un poco exagerado ¿no?)
Preguntado al marido si tiene celos de su mujer, responde: ”… del sol que la mira, del aire que la toca, de las faldas que la vapulean”.(Sí era celoso, sí).
De todas formas el trato que concede la esposa al marido tampoco es de los más cariñosos que se hayan escuchado, porque frases como éstas no son muy amorosas: ”…. tenéis condición de bárbaro y salvaje…..”, “… boca de lobo, lengua de escorpión y silo de malicias.” (Muy fina la buena mujer, aunque personalmente creo que: ¡joé!, Miguel te has pasado un pelín).
Finalmente, y después de haber cometido el acto sexual el pobre marido -que recibe un baño de agua por intentar entrar en la habitación del acto sexual, lo que permite la huida del querido- se traga todo el invento, teniendo que dar incluso excusas a la vecina, a pesar que anteriormente se expresó de esta manera: “Si a todas las vecinas de quien yo pienso mal hubieses de pedir perdón, sería nunca acabar”.
De todas formas pienso que este Cañizares, que así se llamaba el infrascrito, es un poco tonto, además de rico, pero, vamos, que tu mujer te ponga los cuernos en tu propia casa, no se ve ni en las películas americanas, pero en algo sí llevaba razón y es que a las vecinas ni agua.