España y sus cuevas dedicadas a la producción de vinos para consumo humano han significado una tradición ampliamente difundida y utilizada como expresión de la vitalidad de los agricultores españoles por buscar soluciones al aprovechamiento de los recursos agrarios y fuente de riqueza en numerosas poblaciones de gran parte de nuestra geografía.
Haciendo un poco de historia, el vino se conoce como tal desde hace millones de años, con referencia en la época del neolítico en los años 3.000-4.000 a.C., de la existencia de viñedos.
Se ha calificado al país de Georgia como “cuna del vino”, por disponer de restos de los años 5.800-6.000 a C., habiéndose encontrado frascos de cerámica.
En España aparecen los primeros signos de la aparición de vino con la existencia de los fenicios hacia el año 1000 a.C., con referencia en la provincia de Cádiz, donde ya se comercializaba.
Los cartagineses fueron los que extendieron el cultivo y posteriormente en la época romana se intensificó, pasando al periodo de los visigodos y un proceso donde el cultivo y aprovechamiento dependía de la iglesia y de los monjes, que se hicieron famosos en su aprovechamiento.
Con la invasión musulmana se mantuvo el cultivo de viñas y la elaboración de vinos y ya, pasando al siglo XVI, donde prosperó la industria del vino con gran superficie de cultivo y de producción de vinos y que se extendió ampliamente en el siglo XIX. Ha seguido desarrollándose hasta los momentos actuales.
No podemos dejar de describir el conocido proceso ocurrido en España y otros países europeos con la aparición de la plaga llamada “filoxera”, que produjo una revolución a nivel europeo con la perspectiva del posible abandono del cultivo de viñedo.
La Filoxera
Permítannos hacer un apartado especial a este tema.
La filoxera era y es, un insecto que se alimenta de las hojas de la viña y de sus raíces, produciendo en las cepas problemas de enfermedades y la muerte de la cepa.
La entrada de la filoxera en Europa se produjo en el año 1863 en Francia y en España la primera presencia se detectó en los viñedos de Málaga en 1878.
La introducción se produjo por la importación de plantas americanas de la variedad “Isabela”, que no sufrían el ataque de una enfermedad en Europa, llamada “Oidio” y “Cenicilla” en España a la que las plantas americanas eran resistentes.
En España la invasión se produjo por dos vertientes y de dos formas: por traslado desde Francia de plantas ya infectadas y por importación de variedades americanas directamente en Oporto, Gerona y Málaga.
La invasión fue enorme teniendo que arrancar plantaciones sin encontrar soluciones a la plaga.
En Castilla-La Mancha su repercusión e incidencia fue menor, exceptuando la zona de La Manchuela y en el resto de nuestra Comunidad con menor intensidad, ya que la plaga no se adaptaba a terrenos arenosos, calcáreos y por la climatología poco apropiada
Las soluciones aportadas que son las actualmente utilizadas son la plantación con vides americanas, el injerto de las variedades europeas injertadas sobre pies americanos y los productores directos.
De forma indirecta la escasa importancia en nuestra Comunidad Autónoma de esta plaga permitió una mayor difusión de nuestros vinos y una gran mejora en el mercado, incluso en el mercado de otros países, pues Francia eliminó las tarifas de exportación existentes para la salida al mercado.
En un sucesivo artículo expondremos el mapa de las cuevas enológicas existentes en España y su situación actual.