Hoy en día está teniendo gran repercusión en todos los medios informativos la trascendente realidad que se está presentando por la desaparición y abandono de pueblos, en lo que se ha venido indicando como “La España Vacía”.
Sin entrar a hacer una estudio sobre este problema, sí queremos indicar que cualquier pueblo de España y de cualquier nación tienen su propia historia y su propio sentido, porque su razón de ser ha estado enfocado a la permanencia de personas que han vivido en ellos por determinadas razones y que, posiblemente, aún conservan su bonita trayectoria e historia.
Hemos titulado esta serie de artículos como pueblos olvidados más que como vacíos, porque por suerte no todos están completamente abandonados y los que lo están aún tienen posibilidades de seguir disponiendo de opciones para ser habitados.
En esta ocasión hemos elegido un pequeño pueblo de la provincia de Teruel, indudablemente una de las provincias que tiene una importante red de pueblos de muy pequeños habitantes y que por pura casualidad he pasado por él hace ya muchos años y, digo pasado, porque en realidad no me detuve lo suficiente para poder contemplar sus posibilidades.
Y es necesario decir que cualquier pueblo por pequeño que sea tiene siempre sus recursos y sus posibilidades, porque si no fuera así no podrían haber existido y que además disponen de muchas posibilidades que se han ido ofreciendo.
Durante mi estancia en Aragón, que fue de ocho años, llegue a conocer gran parte de la Región y en especial la provincia de Teruel por encontrarse muy cerca de la de mi trabajo. Además mis amistades eran la mayoría de esta provincia y casualmente uno de mis amigos era de un pueblo minero llamado Alcorisa, al que íbamos de vez en cuando a pasar algún fin de semana que otro.
Pero no hablaré de este pueblo, sino de uno próximo a él que visitamos en plan de turismo y que ahora he vuelto a encontrar como consecuencia de un trabajo que he estado realizando sobre otros temas. A este pueblo fuimos en una ocasión y paramos a ver la iglesia y estaba cerrada y nos fuimos por lo que simplemente le recuerdo de haberlo visitado.
Por el trabajo realizado, y que ahora explicaré, me he encontrado de nuevo con él y, por pura añoranza, lo puedo definir como un pueblo olvidado.
Como muchos pueblos ha sufrido su despoblamiento porque la gente joven ya no vive en él, de tal manera que incluso el colegio tuvo que desparecer.
En la actualidad nuestro pueblo seleccionado es una maravilla para poder vivir en él por muchas cualidades que dispone y que en otros lugares no se pueden disfrutar.
Haya que reconocer que en la época de las comodidades es importante disponer de unos servicios mínimos, que yo diría máximos, que demanda cualquier particular para poder habitar en una vivienda o en un lugar determinado. Así como acceso y vías de comunicación rápidas, seguridad en las necesidades mínimas: agua, alumbrado, televisión, alimentación, medicina y otras.
Pero para ello no es necesario querer hacer de nuestros pueblos ciudades, sino lugares de fácil adecuación y de sosiego y tranquilidad que permita no tener la angustia del exceso de concentración masiva.
Nuestro pueblo elegido en esta ocasión y, que insisto he visitado, se llama Dos Torres de Mercader, en la provincia de Teruel y situado en la sierra del Maestrazgo.
El pueblo está ubicado en una pequeña planicie de un barranco y dependiente administrativamente del municipio de Castellote.
Dispone una Plaza Principal, de donde parten las dos únicas calles. Tiene una iglesia del siglo XVII y conserva unos lavaderos públicos típicos y unas perspectivas preciosas de ver, así como la ruta de los baños que es una pequeña cascada y la proximidad del embalse de Santolea y además la visita a las trincheras de ambos bandos cuando la guerra civil. Su patrón es San Roque, aunque la iglesia primitiva estaba bajo la advocación de San Abdón y San Senén. La zona de los baños con su acueducto permite realizar una ruta senderista muy interesante. Disponen de un Museo del Mobiliario de la Escuela y a la salida del pueblo unos edificios que fueron casas de los señores y apriscos de ganado y un calvario.
Desde luego el pueblo está muy limpio, las casas se encuentran perfectamente cuidadas y representan el tipo turolense y, como espacio y lugar de recreo y tranquilidad, es fabuloso. Actualmente tienen unos 15 vecinos de los que cinco han nacido y vivido en el pueblo. También existen habitantes extranjeros que buscan paz y tranquilidad.
En la fiesta de San Roque el pueblo se llena de gentes que vienen a disfrutar un ambiente sano, saludable y tranquilo. En el cementerio existe unos nichos en memoria de cinco habitantes del pueblo que fueron fusilados por los franquistas acusados de colaborar con la guerrilla y que son de cuatro hombres y una mujer conocida como Dolores Esteban Lamiel y que ha sido la causa de haber recordado este pueblo.
En definitiva un pueblo precioso y digno de conocer.