La eucaristía en honor al Cristo del Coloquio, celebrada el sábado a las 20:30 horas en la Iglesia Parroquial, congregó a cientos de fieles de la localidad en el templo y fue seguida de la procesión por las calles de Villacañas.
Tras la procesión se celebró una sencilla ceremonia de bendición de la restauración del retablo que preside la ermita en presencia de autoridades civiles, religiosas y hermandades que tienen sede en la ermita del Cristo.
La restauración del retablo, que se ha desarrollado a lo largo de estos últimos meses, se ha llevado a cabo gracias a la junta directiva de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores, a la junta directiva de la Hermandad del Cristo del Coloquio y en colaboración con la Parroquia de Villacañas. Un trabajo riguroso de la mano de los restauradores Isabel S. Ballesteros y Javier Ruilópez que viene a poner en valor uno de los pequeños tesoros que tenemos en la localidad y que acoge en la ermita del Cristo del Coloquio imágenes y objetos devocionales de los cultos a lo largo de su historia. Todo ello reflejo de la intensa religiosidad popular que ha mostrado Villacañas a lo largo del tiempo en este recinto sacro.
Los trabajos han consistido en el saneamiento y reconstrucción de todas las maderas, piedras calizas y yesos deteriorados por el paso del tiempo y la humedad de la ermita. Una vez realizada la labor de saneamiento, redoraron y protegieron el pan de oro con goma laca para fijar. Seguidamente repolicromaron y reintegraron con los colores que siempre han lucido en el retablo mayor; barnizaron y aplicaron una cera microcristalina para proteger y provocar ese efecto de brillo natural.
Asimismo, se han hecho las puertas de acceso a la sacristía con pinturas efecto mármol a juego con el retablo mayor para integrarlas dentro del conjunto.
Historia de la Ermita del Cristo del Coloquio
La Ermita del Cristo del Coloquio fue construida en el año 1785 por iniciativa de los vecinos de Villacañas, que deseaban tener un lugar de culto cercano en el que poder reunirse y rendir homenaje a su patrón, el Cristo del Coloquio. Desde entonces, la ermita ha sido un punto de encuentro para la comunidad, que cada año celebra con devoción las fiestas en honor al Cristo.
La ermita, de estilo barroco, cuenta con una fachada sencilla pero elegante, en la que destaca la imagen del Cristo del Coloquio, tallada en madera y adornada con flores y velas por los fieles. En su interior, se pueden encontrar numerosas obras de arte religioso, así como diferentes objetos de culto y reliquias relacionadas con la historia de la ermita.